Todo forma parte de algo mucho más grande que nosotros. Algo
que no podemos controlar, pero que, sin embargo, no podemos negar. Cada pequeño
detalle, cada acción que consideramos insignificante –como que esté escribiendo
esto en este momento–, cada palabra que decimos, cada paso que damos... todo
está encaminado hacía un gran objetivo.
A veces nos lamentamos, pensamos por qué pasan ciertas cosas
que no nos gustan, cosas que nos gustaría que pasaran de otra manera... pero es
imposible. No pueden pasar de otra manera. Y, echando la vista atrás, mirando
con perspectiva y conociendo los pequeños fines en sí mismos, nos damos cuenta
de que no podrían haber ocurrido si cualquier pequeño detalle, cualquier acción
insignificante, cualquier palabra, cualquier paso... hubiera sucedido de otra
manera.
Así, el universo pone en nuestro camino las oportunidades
que tenemos que coger, y las que tenemos que dejar pasar; el universo se
encarga de sacar de nuestras vidas a aquellas personas que ya no necesitamos y
se encarga de hacernos tropezar con aquellas que necesitamos conocer.
Quizás sólo sea una prueba más, otro pequeño paso, para otro fin más
grande aún, pero... qué cojones, somos tan jóvenes... disfrutaremos lo que
venga y lloraremos lo que se vaya, pero sabremos que no se habrán acabado nuestras
oportunidades. Siempre habrá algo más, siempre hay alguien...