jueves, 24 de noviembre de 2011

Aquí y ahora.

Y entonces frena en seco. Se da cuenta de que todo lo que se venía oliendo era cierto. ¿Por qué tenía esa intuición tan afilada? Al final, todo lo que le pasaba por esa cabecita suya acababa haciéndose realidad... en un momento u otro, de una manera o de otra... pero siempre acababa mal.
Y ahora esto. Otra discusión. Nunca se cansaban, parecía que eran éstas las que mantenían viva esa extraña relación que tenían desde hacía tantos años. Ni unos, ni otros habían conseguido que dejaran de hablar, que dejaran de encontrarse; y mucho menos las tontas disputas que ya se habían convertido en parte de sus vidas.
Dicen los niños que "los que se pelean se desean", y los niños (y los borrachos) siempre dicen la verdad, ¿no?

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