Dicen que en los detalles está el demonio. Una vida tan larga como esta tiene muchísimos demonios. Por suerte, yo conozco a muchísimos ángeles.
Espero seguir disfrutando de vosotros en 2012. Os quiero.
Dicen que en los detalles está el demonio. Una vida tan larga como esta tiene muchísimos demonios. Por suerte, yo conozco a muchísimos ángeles.
Metí primera y fui soltando el embrague poco a poco mientras aceleraba progresivamente. El nuevo Mini se puso en marcha suavemente y avanzó unos pocos metros sobre el asfalto de la carretera. La sonrisa se dibujó en mi cara y miré a mi padre radiante de felicidad.
-Gracias, papá. Va como la seda. Me encanta.
Apagué el motor y eché el freno de mano.
Mi padre sonrió satisfecho. Miré por el retrovisor buscando la aprobación de Gonzalo, quien me la concedió a través del pequeño espejito en forma de sonrisa. Qué sonrisa tan bonita tenía.
-Bien, pues ya es tuyo, Susi –interrumpió mi padre-. Puedes sacarlo a pasear cuando quieras. Ahora, desbloquea las puertas, que tengo que seguir trabajando.
Dicho y hecho. Apreté el botón que quitaba la seguridad de las puertas y mi padre se bajó del coche a la vez que Gonzalo, quien ocupó el asiento delantero.
Antes de marcharse de nuevo a casa, papá volvió a acercarse al coche, parecía que había olvidado algo. Bajé la ventanilla de inmediato.
-Ten cuidado y no llegues tarde a cenar, ¿me has oído, Susana? Mañana tienes que madrugar –dijo severamente.
-Claro, papá. Sólo voy a llevar a casa a Gonzalo y vuelvo.
Por fin cruzó la verja que bordeaba la parcela y salvó la distancia que le separaba de la puerta de la casa. Por fin me quedé a solas con Gonzalo.
-¿Has visto qué monada? –pregunté radiante.
Lo cierto es que, con la emoción del momento, apenas me había dado tiempo a fijarme en los detalles de mi nuevo coche. Era un regalo de papá por haberme sacado el carné de conducir durante el verano y me venía perfecto para ir y volver de la universidad, la cual empezaba al día siguiente. El Mini era blanco roto, de un tono crema y el techo era negro, al igual que los retrovisores; por dentro, estaba todo tapizado con cuero negro. Olía a nuevo, a esperanza y a cambios. No en vano, una nueva temporada iba a empezar en mi vida... La universidad. Se decía pronto.
-Es una maravilla... pero... ¿qué tal si lo pones en marcha? –Las palabras de mi novio me devolvieron a la realidad.
Volví a encenderlo, sintonicé Europa FM en el preciso momento que empezaba ‘Mr. Jones’. Esa canción me transmitía muy buenas vibraciones. No dejaba de sonreír. Y, entre sonrisa y sonrisa, nos pusimos en marcha en dirección a casa de Gonzalo.
Dicen que en los detalles está el demonio. Una vida tan larga como esta tiene muchísimos demonios. Por suerte, yo conozco a muchísimos ángeles.